Cuando amas el arte o te gusta un
poquito, una fachada como la que presento aquí no pasa desapercibida. Se trata
de la Lonja de Palma de Mallorca, de estilo gótico tardío o para ser más
concreta, gótico civil mallorquín.
A lo largo de los siglos este edificio ha sido utilizado para usos diversos. En la actualidad es un monumento histórico visitable. Está abierto al público con entrada gratis, a excepción de exposiciones temporales.
En el siglo XV, Palma de Mallorca
era un puerto comercial importante en el Mediterráneo, un punto de encuentro
entre comerciantes que llevó a los de Mallorca a formar el Colegio de
Mercaderes en el año 1403, y fueron estos los que impulsaron la construcción de
dicho edificio.
Su función principal era
organizar, regular y proteger la actividad comercial de la isla, y para
llevarla a cabo fue el propio Colegio de Mercaderes quien decidió construir una
sede que reflejara su prestigio, facilitara el comercio y sirviera como espacio
de encuentro.
La construcción de la Lonja de
Palma se inició en 1420 y se prolongó hasta 1452. Fue dirigida por el
arquitecto mallorquín, Guillem Sagrera, una de las figuras más importantes del
gótico catalano-mallorquín que no solo diseñó la estructura, sino que también
ejecutó partes escultóricas del edificio.
A
partir del siglo XVII la Lonja se convirtió en almacén de mercancías. En siglos
posteriores fue usada como prisión, hospital y almacén de pólvora, por citar
algunos.
Llegados al siglo XIX los bailes populares se daban cita aquí, de ahí que los eventos culturales comenzaran a celebrarse también. Y como lo uno lleva a lo otro, como se suele decir, las exposiciones de arte fueron haciendo de este edificio el lugar de exposiciones temporales que hoy conocemos.
Exterior

Las
cuatro fachadas son sobrias pero elegantes, con ventanales góticos y pináculos. Cuenta
también con un torreón que servía de archivo y, posiblemente, de espacio de
vigilancia o defensa.
Guillem
Sagrera también era escultor y parte del contrato incluía la decoración de la
lonja. Según algunas fuentes, su marcha a Nápoles dejó la decoración sin acabar.
El más destacable es el ángel que hay en la parte superior del portal principal con forma ojival. Representa un ángel con las alas extendidas, majestuoso, en actitud de bienvenida o protección.
Se cree que hace referencia a San Gabriel o
al carácter protector del edificio para el comercio justo. Sostiene una banda
con la leyenda «defensor
de la Mercancía».
Tiene una elevada calidad escultórica, ya que se considera una obra diseñada
por él y probablemente ejecutada por sus propias manos.

Sobre el portal, y en distintas partes de la fachada, están distribuidos escudos del Colegio de Mercaderes que simbolizan a dicha institución.
En
las cuatro puertas de la Lonja de cara al exterior, se colocaron esculturas de
ángeles, con su correspondiente tabernáculo gótico y flanqueadas por las armas
o escudos de la ciudad. Esta decoración no es meramente ornamental, tiene una
función simbólica y coherente con el lenguaje del gótico civil.
En
las cuatro esquinas del edificio se colocaron cuatro esculturas: San Nicolás, San
Juan Bautista, Santa Catalina de Alejandría y Santa Clara de Asís. Son figuras
humanas sentadas o en actitud reflexiva.
Primero
fueron interpretadas como alegorías de las virtudes o personificaciones
simbólicas, aunque no había unanimidad sobre su significado. Estudios recientes
han confirmado que están referidas a los santos ya mencionados. Es
probable que fueran diseñadas por Guillem Sagrera como parte integral de su
proyecto artístico.
Interior
Se trata de una nave única, con
columnas helicoidales que se ramifican como palmeras, creando una sensación de
bosque de piedra.
Los nervios de los arcos se
incrustan directamente en los muros. En las llaves de la bóveda (donde se
cruzan los nervios), se representan escudos de la Corona de Aragón, en la nave
central, y el escudo de la ciudad de Mallorca en los laterales. Todos con la
policromía y oro originales.
Grandes ventanales se distribuyen en sus cuatro paredes, pero presentan ligeras variaciones según la fachada o el nivel del edificio, aunque siguen una estructura coherente dentro del estilo gótico civil. Su diseño responde a criterios estéticos, funcionales y simbólicos.
En cada esquina interior, hay una
pequeña puerta con un arco conopial, típico del gótico final, con un perfil en forma de
flor de lis. Las imágenes que las decoran pertenecen a los cuatro evangelistas.
Estas puertas comunican con
pequeñas torres internas. En dos de ellas, las que miran hacia el mar, se
conserva una escalera de caracol que sube a la terraza superior del edificio,
probablemente para tareas de mantenimiento o vigilancia.
Los nervios de los arcos se
incrustan directamente en los muros. En las llaves de la bóveda (donde se
cruzan los nervios), se representan escudos de la Corona de Aragón, en la nave
central, y el escudo de la ciudad de Mallorca en los laterales. Todos con la
policromía y oro originales.

La Lonja de Palma de Mallorca no
es solo una obra maestra del gótico civil, sino también un testimonio
monumental del poder del comercio y del espíritu ciudadano del siglo XV.
Concebida por los propios mercaderes y ejecutada por el genio de Guillem Sagrera,
en ella convergen la arquitectura, la escultura, el simbolismo moral y la
función práctica. Cada ángel, cada escudo, cada figura esculpida habla de una
época en la que el comercio no era solo intercambio de bienes, sino también
afirmación de valores como la justicia, la vigilancia ética y la dignidad del
trabajo humano.
Hoy, contemplarla es también
reconocer el legado de quienes creyeron en una ciudad abierta al mar, al saber
y a la belleza.
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