PUENTE DE ALCÁNTARA - Toledo

El puente de Alcántara es uno de los símbolos de la ciudad de Toledo. Se encuentra integrado en un paisaje en el que se podría decir que nada o todo es destacable, porque el paisaje que nos muestra el casco antiguo de la ciudad, es un conjunto único. Las diferentes construcciones, de diferentes épocas, que a lo largo de los siglos han ido moldeando la ciudad, no han alterado el entorno, y eso la hace particular. El río Tajo rodea, en parte, la colina donde se organizó la ciudad, y cruzando el puente en cuestión accederemos a ella. No es el único punto para entrar en el Toledo antiguo, eso no hay que decirlo, pero sí el más antiguo de la ciudad.

TOLEDO. Puente de Alcántara

Es un puente que data de época romana, de la augusta, cuando la ciudad −antigua Toletum− según que fuentes, empezó a crecer como ciudad urbana. Los primeros datos que se tienen del puente son del año 788, aunque hay constancia de su construcción desde el siglo III. Desde entonces y hasta nuestros días, ha sido un punto de acceso a la ciudad. Por aquí pasaba la calzada romana, continuó siendo paso de entrada a la ciudad en el periodo árabe y de esta época le viene el nombre: Al-qantara, que traducido quiere decir «el puente» Durante la Baja Edad Media, el puente dejó de tener carácter defensivo y pasó a cumplir las funciones de portazgo y control de mercancías. Estas estaban gestionadas por los corregidores y alcaldes, siendo los mismos los encargados de su mantenimiento. El control de paso y el cobro del portazgo, del que siempre estuvieron librados los toledanos, continuaron activos hasta el año 1911, momento en el que la Dirección General de Obras Públicas se incautó del puente. 

Puente de Alcántara


Una referencia más antigua sobre la existencia del Puente de Alcántara corresponde al reinado de Atanagildo, rey visigodo entre los años 554 y 567 que estableció su residencia en Toledo. De su matrimonio con la reina Godsvinta nacieron dos hijas: Gelesinda y Brunequilda. La referencia tiene que ver con la hija mayor, Gelesinda, que fue unida en matrimonio con el rey merovingio Chilperico I en el año 566. Cuando llegó la hora de partir, para reunirse con el futuro rey, la princesa rompió a llorar a su paso por el puente de Alcántara y la comitiva que la acompañaba se detuvo para dejar que se despidiera. Tal vez era un presagio del triste desenlace que le esperaba. Este hecho lo da Menéndez Pidal en el prólogo del tomo III España visigótica, aunque él, al mencionarla, la llama Gulesvinta. Esta variación en los nombres es debido a que en esa época la forma de escribir los nombres no estaba fijada. Este dato testimonia que el puente data de época romana porque la arquitectura visigótica no dio para construcciones de tal envergadura. 

Puente de Alcántara

La siguiente referencia del Puente de Alcántara se sitúa en el año 797, cuando tuvo lugar una sublevación en Toledo estando gobernada la ciudad por el recién estrenado emir Al-Hakam I, quien había heredado el trono de su padre, Hisham I, muerto un año antes. En las crónicas de Ibn Hayyan (987-1075), historiador hispano musulmán e hijo de un importante burócrata de Almanzor, es mencionado el puente. La «Jornada del foso de Toledo» es el nombre con el que se conoce dicha sublevación y de donde se cree que proviene la conocida frase de: «pasar una noche toledana»

Puente de Alcántara

En el año 858-859, el puente de Alcántara sufrió un derrumbe causado por una orden de Muhammad I. El emir decidió castigar a los toledanos que se había revelado contra su emirato. No pudo apoderarse de la ciudad pero si del puente. Dio la orden de minarlo y luego fingió su marcha. Los sitiados fueron de inmediato a tomar el puente, momento en el que este se derrumbó causando la muerte de muchos de ellos. Tras la catástrofe vino la reconstrucción. De la primera, no se sabe con seguridad el nivel de daños ocasionados ni en qué lugar del puente ocurrió y de la segunda, es posible que se realizara una reconstrucción provisional. También ha distintas opiniones sobre si el puente fue o no destruido en su totalidad. Sobre la idea de que el puente llevara tres arcos en la construcción original, se piensa que el arco que falta, lado opuesto a la ciudad, es ahí donde se pudo minar el puente; era el punto más cercano para los ingenieros de Muhammad I.


Puente de Alcántara

En el año 932, según fuentes islámicas, el puente de Alcántara de nuevo sufre las consecuencias de otra revuelta protagonizada por los toledanos. Fue con el califa Abd al-Rahman III. Durante los tres años que duró el asedio a la ciudad, mandó destruir parte del puente y una vez tomada esta lo mandó reconstruir. De esta época se piensa que es el pequeño arco de herradura del puente.

Puente de Alcántara
La primera reconstrucción importante se piensa que fue a finales del siglo X. La llevó a cabo Alef, hijo de Mahomat Alamerí, alcalde de Toledo que había sido nombrado por Almanzor. La obra se terminó en el año 997, según consta en una inscripción que hay en el arco de entrada a la ciudad. Es una placa conmemorativa que mandó colocar el rey Alfonso X «el Sabio» en el año 1259, haciendo referencia a la reconstrucción que mandó realizar Almanzor.

Inscripción en el puente de Alcántara que conmemora la reconstrucción llevada a cabo por Almanzor. Lamentablemente, alguien que quería mucho a Loli tuvo la grosería de manifestarlo justo en la placa

Puente de Alcantara.Toledo

En los años 1205, 1211 y 1258, el puente vuelve a ser protagonista de nuevas desgracias, causadas por las importantes crecidas del Tajo que tuvieron lugar en los años citados. La crecida de 1258 fue la más importante, y en esta restauración se construyó el torreón situado en el extremo del puente que da a la ciudad. Está almenado en su base y en la cima. La reparación se hizo durante el reinado de Alfonso X el Sabio.

Puente de Alcántara


En la fachada del torreón que mira hacia la ciudad, hay una placa conmemorativa de la reconstrucción del puente de Alcántara realizada en el año 1259 reinando Alfonso X el Sabio. Consta de 29 líneas y en ella se recoge, además de la conmemoración de la reconstrucción, el resumen-traducción de la inscripción conmemorativa de las obras ordenadas por Almanzor. La lápida aparece fechada en cinco cómputos de años distintos: año de la Encarnación (o Era Cristiana) 1259, Era de Cesar (o Era Hispánica) 1297, Era de Alejandro (o Era de Atenas) 1570, Era de Moisés 2651 y la Era de los Moros (calendario árabe) 657. Sobre ella figura una inscripción que data de 1575 conmemorando su reparación por orden de Felipe II. Referencia de este dato: http://mavit.toletho.com/ficha.php?inventario=130


El restaurador fue Juan Gutiérrez Tello.

En 1484, los Reyes Católicos modificaron el torreón. Por eso, cuando cruzamos el puente, en dirección a Toledo y llegamos a su altura, veremos, sobre un arco de medio punto, el escudo de los Reyes; hay que hacer una observación: falta el símbolo de la granada porque en esa fecha aún no había concluido la Reconquista.

Puente de Alcántara
Dentro del torreón, encontraremos otro arco de herradura apuntado decorado con el relieve de la imposición de la casulla de San Ildefonso.

Puente de Alcántara 


En la fachada interna, hay una Inmaculada Concepción.


Puente de Alcántara
El torreón o puerta de entrada oriental, es un arco triunfal de estilo barroco. En 1721 sustituyó al anterior dado su estado ruinoso. En la decoración de la fachada externa hay un escudo de armas con las águilas imperiales, aunque le faltan las dos cabezas. Al parecer fueron alcanzadas por un rayo.


Quiero terminar esta entrada con la descripción que hace Amador de los Ríos Villalta en su libro «Monumentos arquitectónicos de España. Toledo. Madrid. 1905» En la introducción dice así:

Por los recuerdos que despierta y anima, por el número, la variedad y la categoría de los monumentos que atesora; por el ambiente singular que se respira en ella, y por el aspecto que presenta aún, a través de las edades –tantas y tan repetidas veces− y en tan diversos tonos ha sido ensalzada la legendaria TOLEDO, y en tantas ocasiones proclamada la más interesante y la más famosa entre las ciudades de nuestra España, que pálido sin duda habrá de parecer cuanto hoy se diga de la egregia matrona, cuyos vetustos y descompuestos despojos la admiración de propios y de extraños causan.